El pasado nos da solo la clave de lo que debemos buscar en el futuro. Es nuestro oráculo, es quien nos encripta el que hacer con esta materia prima llamada presente.

De qué sirve adormecer el pasado que nos llama a gritos desde lo más íntimo de nuestro ser, abrumar con alcohol las experiencias que ya no volverán.
Saquemos la bronca de nuestro vaso. Soy partidario de disfrutar del beber. Brindemos, si, con nuestros recuerdos y nuestra nostalgia, pero cambiemos la vista a la hora de beber, mostrémosle a esos recuerdos, que aquí en el presente también disfrutamos.
La música esencialmente nostálgica, siempre nos proyecta al pasado, pero sabia, nos dibuja una mueca de sonrisa ante los recuerdos que se nos amontonan por salir.
Para esta entrega les dejo unos cuantos unplugged, que muestran sin maquillaje a diferentes artistas. Sacando a relucir los vicios y virtudes de las bandas. Sonidos tranquilos, amables, algunos más crudos pero que en las generales invitan a relajarnos y dejar que la música invada nuestro ambiente, haciéndonos ajenos al tiempo, prestos a disfrutar de un buen momento.
Con este prólogo musical, les traigo para esta entrega, otro pedacito de Mendoza.

Un ejemplar listo para ser tomado, sin muchos preámbulos, redondo y sabroso, ideal para acompañar un carre de cerdo a la cerveza y azúcar negra.
La vida es nuestra experiencia refutándose a cada segundo de nuestro presente.
Olvidarnos del pasado es olvidarnos de nosotros mismos, depender o aferrarnos al pasado atenta contra nuestra vida. Somos los golpes, las tristezas, las alegrías. Somos el volver a comenzar, los aromas que guardamos, los sonidos que nos llenan.
En fin, somos experiencia en movimiento.
Hasta la Próxima
Andrés Bertini.-
delicioso!
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